La degeneración de la piedra natural, artificial y otros morteros precisa, en general, de un tratamiento remineralizante que regenere la cohesión entre los minerales que los componen. Para ello, debemos aplicar un consolidante inorgánico.

Este proceso, por los requisitos expuestos, necesitará de un tratamiento complementario en superficie:

hay que remineralizar y cohesionar el soporte con la máxima penetración posible, pero modificando al mínimo las características de la piedra o el mortero; no lo impermeabilizamos, no lo hidrofugamos, no alteramos su color…

Características exigibles a un consolidante inorgánico

  • Buen grado de adhesión sobre el soporte.
  • Capacidad mínima de penetración de 25 mm (aunque siempre este factor estará ligado al tipo de material sobre el que trabajemos).
  • Ser compatible con el tipo de piedra o enfoscado dónde se aplique.
  • Baja viscosidad.
  • Bajo grado de reactividad en las primeras horas tras su aplicación para favorecer la penetración del tratamiento.
  • Soportar las variaciones térmicas que se darán en la superficie aplicada.
  • No debe cerrar la porosidad de una manera significativa para que la humedad pueda evaporarse después del tratamiento efectuado.
  • Alterar lo menos posible las propiedades físicas del soporte tratado.
  • No causar cambios en el color ni la estética en superficies que no se van a revestir.
  • No generar, tras las reacciones químicas, productos secundarios nocivos para el propio soporte tratado.
  • Contener la menor cantidad de disolvente posible (por razones ecológicas y de salubridad).